Y así sin más el horrible ser me atacó con repugnante y malsano propósito. Y en los momentos de delirante fiebre sueño con los oscuros, insondables y fríos confines del universo mientras me voy acercando poco a poco a los dominios del mismísimo sultán de los demonios, del primer motor del caos, de aquel dios ciego e idiota que se mueve incesantemente al son de desagradables flautas y tambores.
Ahora debo aislarme del mundo intentando que la ponzoña de la enfermedad no se propague. Solo me queda descansar e intentar recuperarme.
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